Sunday, January 2, 2011

Las balas no sólo sirven para matar de Stephanie Bauza


Mientras tomaba el sol en Brighton, Grace pensaba en la vida que le esperaba en Londres. Tomar vacaciones no es una opción que hubiera hecho por sí misma. Su madre la empujó a huir de su vida por una semana. Con todo lo que iba mal, la madre sentía que Grace necesitaba un poco de tiempo para despejar su cabeza y dejar que el aire fresco del Canal Inglés aclarara sus pensamientos.

Todo había empezado dos meses antes, cuando Grace, por primera vez, descubrió que su novio estaba llevando a cabo diversas aventuras con algunas de sus clientes ricas. Afligida por su traición, dejó su trabajo. Tenía la esperanza de olvidar el dolor y evitar preguntarse por qué no fue ella, suficiente para él. ¿Qué había cambiado en su relación que él sintió que tenía que buscar el amor en otras personas? Su madre notó lo pálida que su hija se había puesto –incluso para los estándares de Inglaterra–, Grace había perdido mucho peso y ella notó lo destrozada que su hija estaba.

Así fue como Grace llegó a Brighton, como una mujer amilanada que viajaba en el Ferrocarril Nacional de Heathrow. Sola, y sin trabajo que la distrajese, Grace pensó en los eventos que la llevaron a su situación actual. Por fin, llegó a una conclusión que la liberó finalmente de toda la angustia y dolor.

Cuando Grace volvió a su casa dos días antes de lo planeado se sentía mareada por la emoción de que por fin llegaría un desenlace satisfactorio. Se acercó lentamente a la habitación que compartía con Paul sin ocultar su presencia. Se detuvo en la puerta observando los cuerpos dormidos de Paul y su última mujerzuela. Con calma levantó su pistola y disparó un solo tiro hacia su cabeza. La intrusa asustada despertó. Grace sonrió con serenidad, dio media vuelta, y se fue.

IMAGEN: Fotograma de Película de Hitchcock.

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