Sunday, January 2, 2011

Los zapatos rojos de Stephanie Weyer


Fueron mis zapatos favoritos esas zapatillas rojas. No eran de color borgoña o tomate rojo. No, eran de color rojo, sin ambigüedad de colores primarios. Eran de lona y tenían cordones blancos y hasta me lavaba los zapatos con los cordones atados todavía. Así, se volvieron de un tono color de rosa.
Esos zapatos eran buenos para mí. Íbamos juntos por todas partes – a través de los Estados Unidos de costa a costa, y alrededor de Nueva York, donde viví por cuatro meses. Fuimos a la Argentina donde me rompí el pie pero no lo sabía. ¡Salieron agujeros en mis pobres zapatos por andar cojeando! ¡Ay! Me llevaban sobre colinas, pavimentadas y rocosas, a través del barro, la lluvia, incluso en la nieve (lo que era tonto porque eran de lona y no eran impermeables). ¡Pero complementaban toda mi ropa y mis conjuntos: la combinación elegante de camisa y pantalones negros… el estampado patriótico de mi túnica con rayas rojas y blancas sobre pantalones de mezclilla… las bufandas, sombreros y gafas. Los zapatos rojos eran usados en todas las ocasiones.
Ahora los zapatos rojos ya no son míos. Se supone que están en un basurero, pero yo espero que estén en el ropero de otra persona. Los zapatos se rompieron. Tenían agujeros por donde los dedos gordos de mis pies asomaban. Estaban raspados y, los talones interiores, se desgastaron. Por lo tanto la estructura de goma estaba a la intemperie, causando un desagradable chirrido. ¡Ya nunca podía impresionar a nadie en tales zapatos! ¡Y se convirtieron molestos en mi viaje con mi familia a Italia! ¡Chirrido tras chirrido! Así que, los abandoné en un hotel en Sorrento. La verdad es que fue muy difícil para mí. ¡Los amaba tanto! Los puse en el alfeizar de una ventana y tuvieron una buena vista hacia el Mediterráneo. Ahora están perdidos.

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