Tuesday, June 19, 2012

ERRORES ENTRE LAS ESTANTERíAS


                               


Por Jennifer Parker





          Era un sábado; podría ser cualquier sábado del verano. Estaba trabajando en la biblioteca desierta y todo había desaparecido entre las estanterías. Estaba totalmente sola, excepto por el zumbido del acondicionador del aire. O eso creía yo. De repente, me di cuenta de una forma negra al
final del pasillo Suspiré con sorpresa, y vi a un
hombre que me estaba mirando.

—¿Charlie? –Le pregué.                        
—Rompí con Miranda.
—¿Qué? ¡Dios mío! 
          No lo podía creer. Él había dejado a su novia y, ¿ahora me lo dedía? Nosotros acabábamos de salir juntos hacía ochos meses. ¿Por qué deseaba hablar conmigo ahora? Se me acercó. Dijo:

—Escúchame, periquita.
—¡No me llames perica! ¡Nadie me llama así! –Me molestaba, porque era el único apodo que yo había recibido en toda mi vida, y murió desde que Charlie y yo terminamos. Hizo una pausa y, después de unos momentos de escuchar el ruido del aire acondicionado, dijo:
—Me di cuenta de que estaba aburrido de Miranda. Ella no tenía los mismos intereses que yo, y… nunca tuvo confianza en mi como tú.

          Estaba confundida. Ambos sabíamos que no me quiso porque soy una mujer independiente y franca. Si lo amé fue porque era muy semejante a mí y, también, porque era la persona más interesante que conocía, con buen sentido del humor, cariñoso, abierto…

—Ya he aceptado que nosotros jamás estaremos juntos. –Ryan, mi novio en la actualidad, y yo, habíamos estado saliendo juntos desde hacía medio año. Él me interrumpió
—Si, pero sé que me amas.
—Ryan es tu amigo y ¿estás pensando en alejarme de él?
—Pues, no… porque, la decisión es tuya. Solamente estoy exponiendo unas opciones. –Quise abrir la boca pero él no me dejó.
—Estoy seguro que aún me amas. –El zumbido del aire acondicionado bramaba. Nos mirábamos fijamente. Era una conversación entre jóvenes amantes, llenos de experiencias y memorias felices que dolían muchísimo. Despacio, con mucho cuidado, él quise besarme. E incliné la cabeza.

          Fue un error.

Imágenes tomadas de: http://bibliotecaceipdulcineadeltoboso.blogspot.com/