Bethany Stewart
En una tierra muy lejana había un pequeño grupo de bucaneros. Estos piratas no eran conocidos por mucha gente. No parecían peligrosos; pero lo eran. No herían los cuerpos: robaban las mentes.
Una tarde nublada, Elena, una niña morena fue a la biblioteca a buscar libros sobre un proyecto escolar. La biblioteca era muy vieja. Las paredes de ladrillo estaban cubiertas de hiedra. Había muchos libros antiguos que no habían sido leídos hacía largo tiempo. El edificio tenía cuatro pisos; la sección de niños estaba al nivel del suelo. Por lo general Elena nunca iba al sótano, pero aquella vez era un día diferente.
Mientras buscaba una referencia, descubrió que su ubicación apuntaba hacia el misterioso sótano. Bajó las escaleras a la sala grande de estantes polvorientos. Deambulaba en busca del libro cuando se topó con un póstigo en el rincón más alejado del área de la penumbra. La ventanilla era pesada, pero Elena logró abrirla. Dejó la tapa entreabierta con la pequeña pila de libros que llevaba. Ya adentro, se desplazó con cautela hacia el corredor.
De repente, en la oscuridad, una voz sonó.
—“¿Quién anda allí?”
—“¡Lo siento! Sólo soy una niña que busca libros.”
La cara de la voz apareció. Era una chica un poco mayor con el pelo oscuro y con los ojos aún más lóbregos. Ella sonrió.
—“¿Has venido a unirte a nuestro grupo de piratas?”
—“¿Piratas?” exclamó la chica.
—“Sí, niña. No robamos tesoros, como oro y joyas, buscamos conocimientos. Los libros son nuestros cofres del tesoro.”
—“¿Por qué libros? ¡Son tan comunes!”
—“No, no, no, eso no. Son cualquier cosa menos ordinaros. Poseen la sabiduría del pasado, mundos que sólo puede visitar un lector. Contienen todo. Ven con nosotros y lo descubrirás por ti misma.”
Elena, cautivada por la idea de nuevas experiencias, sonrío y siguió a la chica pirata más allá del corredor.
Imágenes tomadas de Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Pirater%C3%ADa
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