Colleen Regan
Me desperté una mañana solo para encontrar una extensión de basura por todas partes del suelo de la cocina. Había pedazos de papel, remanentes masticados de alimento afeitados de zanahoria, y dispersos varios contenedores de plástico. La basura se había esparcido al cuarto de la familia también. "Alguien debe haber forzado la entrada," –pensé para mí–. Seguramente, nos habían robado. Nerviosa, anduve alrededor de la cocina. Entonces, fui a la puerta trasera para comprobar que las cerraduras se encontraban en perfectas condiciones. Hice lo mismo con la puerta principal. Las puertas estaban cerradas con llave. Me cercioré de que las ventanas no estuvieran rotas. Unas estaban abiertas. Solo algo no parecía correcto: Tenemos dos gatos, y yo no podía encontrarlos por ninguna parte. Corrí hacia arriba para despertar a mi compañera de cuarto.
—"¿Kelly, has visto a Millie y Edith esta mañana?"
—"No," –me respondió.
Le dije que había un desorden enorme en la cocina y que estaba preocupada porque hubiese entrado alguien en la casa.
—¿'Han robado algo?', –preguntó.
La única cosa que no aparecía eran los gatos. De repente, escuchamos un ruido que provenía del sótano. Kelly y yo agarramos un bate y dos linternas y nos dirigimos rápidas hacia abajo de las escaleras. Nos miramos la una a la otra con caras del miedo. Oímos desplazamientos suaves, lentos, que venían del sótano. Con nuestras armas y luces en la mano, caminamos despacio y silenciosas hacia el ruido. Estábamos listas para atacar. El sonido se puso más alto. Ambas comenzamos a temblar. Dirigimos las linternas alrededor del sótano para ver si veíamos algo extraño. A nuestra derecha, el agua goteaba de un tubo. A nuestra izquierda, una araña grande yacía en el suelo. Miramos bajo las escaleras: ¡Allí estaban Edith y Millie que dormitaban con pedazos de la zanahoria en sus caras!
Fotografías de: http://www.canstockphoto.es/imagenes-fotos/detective.html#file_view.php?id=5116862
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